Por Silvia C. Carpallo.

 

La juguetería erótica está intrínsecamente relacionada con la industria cultural. Quizás no todo el mundo se haya dado cuenta, pero lo cierto es que muchas veces las prácticas que aparecen en una película o en un libro, siembran una chispa de curiosidad en el público, a la que la industria de la juguetería erótica sabe cómo darle respuesta. Para ello, solo hace nombrar, una vez más (sí, otra vez más) a la saga Cincuenta Sombras de Grey, que tiene hasta su propia colección de juguetes eróticos.

De hecho, las tiendas eróticas, ese lugar que ha pasado de ser un sexshop oscuro, a una tienda luminosa, cercana y ante todo educativa, también pueden ser un lugar perfecto para la dejar volar la imaginación y la creatividad.

Para ello, en esta ocasión, citaré mi propio ejemplo. Y es que en mi primera novela ‘Decirte adiós con un te quiero’, una de las tramas gira en torno a una tienda erótica regentada por una de las protagonistas, que además sirve de gancho para hablar no solo de sexo, sino también de sexología.Porque hoy, nuestro dependiente o dependienta de confianza, es muchas veces nuestro gurú sexual, al que le llegan no solo nuestras dudas y consultas, sino también algunos de los retales de nuestra vida más íntima.

Aunque muchas veces el efecto es el contrario. Es en esa tienda erótica donde podemos encontrar un libro que sea precisamente la chispa para innovar. Por ejemplo, en ‘Cincuenta Escenarios para desatar la pasión’ , no solo nos acompaña la literatura, sino que el juguete erótico viene incorporado. ¿Qué pasa si leemos a nuestra pareja un relato erótico, mientras la tenemos esposada?

Al final, todo parece ir unido. No hace falta reflexionar mucho, para darse cuenta de las nuevas tiendas eróticas no solo han supuesto un cambio estético, sino también un cambio de concepto. Un cambio que sin duda ha acompañado a la revolución de la sexualidad femenina. Al fin y al cabo, los juguetes también han dejado de ser tan realistas, para ajustarse más a las necesidades de las mujeres, buscando también muchas vibradores de estimulación externa, más allá de los dildos tradicionales, además de alimentar las sensaciones con productos de cosmética sensorial. Todo ello ha facilitado la salida del coitocentrismo más tradicional ( y patriarcal). Este cambio ha permitido acercar a muchas mujeres al mundo de la juguetería erótica, entendiendo que no se trata de buscar un “consuelo”, sino sensaciones diferentes que hagan entender que la sexualidad es una experimentación propia, que simplemente se comparte cuando y con quién apetezca. Algo que puede aprenderse incluso a cualquier edad, como por ejemplo le ocurre a Adela en su relato dentro de la recopilación ‘El orgasmo de mi vida’. Un vibrador puede cambiar hasta tu forma de pensar.

¿Pero y qué pasa con ellos? Esta nueva forma de entender el placer no solo ha despertado la curiosidad de las mujeres, sino también, por supuesto, de sus parejas. Y es que cada día vamos rompiendo más falsos mitos y tabúes para intentar hablar de prácticas sexuales que solo han de buscar placer, y no connotaciones indeseadas. Ese es el caso de algunos de las escenas eróticas de mi última novela, ‘Si el amor te dijo “no”, pregúntale otra vez’ donde, por ejemplo, se habla del placer anal, desde una perspectiva diferente. ¿Por qué en las novelas eróticas, es habitual que él la penetre analmente a ella, pero ella no le penetra a él? Tanto buscar el punto G femenino, y qué poco explorar en punto P, el punto máximo de placer masculino.

Igualmente, si hablamos de la estimulación anal de ellas, no todo ha de ser penetración. ¿Podemos también desmontar los mitos de los “besos negros” en las novelas eróticas? Ese tema, que cuesta hablar casi hasta entre amigas, y del que quizás descubramos una nueva perspectiva en las páginas de un libro.

Está claro que “eros” tiene múltiples formas, que puede expresarse igualmente en un dildo rosa, o en una novela romántica con escenas subidas de tono. Y, de hecho, puede hacerlo mucho mejor, cuando disfrutamos de los dos juntos. Incluso a la vez si es posible.