Tres ganadores y 3 finalistas con una calidad y creatividad extraordinarias en el primer concurso de relatos eróticos de Centros Essential en colaboración con amantis

23 de abril de 2021

Puede que ocupe el tercer premio de esta primera edición del concurso, pero al cuerpo y a la memoria el orden poco les importa. Este relato se nos ha pegado a la piel y no dejamos de jugar con él en nuestra cabeza. Nos ha gustado. Mucho.

Tercer Premio: Catalina Domínguez Castelló


Me estabas repasando ya los pies por tercera vez. Sin prisas, ni chanclas.
Mientras tu lengua recorría el espacio sensible de entre la uña y la carne del dedo corazón de mi pié derecho. Con el tesón de una mamá lagarta que limpia la placenta a sus lagartijas. Mi mente se expandía en húmedos y perclorados orgasmos neuronales, hacia imágenes de vidas pasadas; hacia los genitales pelirrojos de tu primo en la piscina de la yaya Antonia; hacia el día en que me muera chupando el sudor de las ingles de un francés enrojecido por el sol; hacia tu futuro orgasmo que sé que guardas para mí, para dentro de un rato, que me empapará el pecho por primera vez; hacia el momento presente conmigo, gimiendo sometida al disfrute que me provoca la suavidad de tu boca. De no poder aguantar más las ganas te agarro la mandíbula en un instinto de cazador, y aprovecho la cadencia del movimiento para hincar mi propia lengua, mis dientes, dentro de entre tus labios.
Tu boca es como esa piscina en verano.
Nadando sin manguitos ya, chapoteo en el placer de tus fluidos frescos y calientes que me empapan los muslos, cuando se me escapan los chorros de entre la corriente artificial. La piscina se desborda, encharcándoseme las sienes, me sobrepasa la tumbona, la toalla. Se me enchota la depuradora del cerebro por la conexión que me penetras, sin ser ya la primera vez que tu cabeza me folla la mente con la forma de sentir, de adaptar, de vulnerar. De mentir, aparecer, rescatar.
Y te subo las manos detrás de la cabeza. Mordiéndote los pezones endurecidos, mamando de tu teta buscando una leche dulce, percibiendo mi belleza de sirena sensual, egocéntrica, clavando uñas y gritos en la anguila que se retuerce y latiguea, sabiendo ya de su final, lanza impulsos eléctricos por sus escamas, cuando escurro la cola por tu agujero junto a la cama, tú tirado en el suelo, rozándote el trasero, uno, dos, cuatro dedos. Los ojos de la presa, giran de miedo, se derriten de deseo.
La mirada directa, se hace el silencio. El reflejo del agua que desprende tu retina. Me tiro de cabeza a la córnea, y me sonroja saber que has entrado igual en mis ojos, sin bañador. Ya no me saco del inconsciente el chapoteo de tu entrepierna. Que el olor más dulce, el sabor más suave, sea el de tus corvas sudadas. Que la imagen más amable, la de mi nuca agachada suplicando por más.
Por favor, no (se) corran con chanclas al lado de la piscina.