Tres ganadores y 3 finalistas con una calidad y creatividad extraordinarias

23 de abril de 2021

Primer Premio Alba Ferré Baños- Concurso de literatura erótica de Centros Essential

Enamoró al jurado con su relato y ahora esperamos que disfrute y se enamore de los juguetes amanticos que adquiera con su premio. Enhorabuena!

A TRAVÉS DEL ESPEJO

Aquella noche descubrió un lugar maravilloso a través del espejo. Sus ojos selváticos se clavaron en él y se miró a sí misma con seguridad, sin reparo, con mucha vida, como nunca. Se había preparado un baño de agua caliente para relajarse, pero se quedó ahí, en su reflejo. Se acarició a sí misma. Por dentro y por fuera. Con la mirada y con sus manos. Se desnudó lentamente mientras observaba atenta cada pliegue, cada sombra que se formaba en su piel al quitarse la ropa. Su mirada se resbalaba audaz por todo su cuerpo, casi tan ágil como lo hacía la luz tenue que iluminaba el ambiente. Se formaba un claroscuro precioso sobre su piel. Los rizos negros, eternos, le caían revoltosos por la espalda cubriéndola entera. Sus curvas quedaban ligeramente delineadas por la luz, que destacaban en contraposición con el negror del pelo. Las yemas frías se deslizaban tímidas alterando su temperatura corporal, su piel, que sentía como el delicado cosquilleo de las uñas de gel, largas y puntiagudas, la erizaban a su paso. Los pechos reposaban firmes sobre las costillas y los pezones se erguían ásperos. La confianza y la precisión consiguieron fundir esa sutil timidez impuesta y el fuego empezó a emanar por cada poro. Sus manos descendieron por el vientre hasta tocar la ropa interior que le quedaba. Se la quitó. Dejó caer los slip en el suelo y se sumergió en la bañera, con ganas de más y ropa de menos. El fuego, lejos de extinguirse, se avivó. La luz se reflejaba inquieta a través del agua y de la espuma que dejaban entrever su piel negra, resplandeciente. Los pezones sobresalían firmes por la superficie, pero enseguida los cubrió enteros con el ansia de sus manos. Después, bajaron despacio hasta tocar su sexo, erguido. No pudo evitar dejarse llevar y desviar de nuevo la mirada al espejo, que seguía reflejando inamovible su rostro, aunque el vapor que desprendía el agua caliente había dejado una atmósfera blanquecina que empañaba ligeramente su reflejo. Alcanzó el dildo y lo impregnó de lubricante masajeándolo con destreza. Estaba deseando sentirlo dentro de sí, así que enseguida lo colocó sobre la pequeña repisa de la bañera y se sentó lentamente. Era una auténtica amazona, tan selvática como el brillo de sus ojos. Sus caderas encabezaron un movimiento hipnótico, cada vez más acelerado y salvaje. Los músculos en tensión, deseo a flor de piel; la respiración agitada, al son, absorbiendo la humedad de su boca; los labios abiertos, los ojos entrecerrados, blancos, jadeos entrecortados, corazón a cien, éxtasis, escalofrío, fuego: placer. Y más humedad. Llenó sus pulmones de aire y lo soltó despacio mientras aún se recreaba entre todas esas sensaciones. Aquella noche descubrió un lugar maravilloso a través del espejo, pues se reconoció en él. Ese lugar era una mujer. Era ella.