Hubo un tiseattle_storefront-1empo, remoto y seguramente lúgubre, en que la iniciación a la edad adulta por parte de los hombres era pasar por un prostíbulo. Los padres acompañaban a los adolescentes a las casas de señoritas y tras un golpecito en la espalda, lanzaban al muchacho a manos de la madame. De las chicas y antaño no hablaremos, todos sabemos que al menos en la teoría, la cosa no se estilaba hasta el matrimonio.

Por suerte, ya no es necesario que los padres busquen sexo a sus hijos. Estos ya salen suficientemente espabilados como para encontrar rollo por si solitos.

Pero eso no quita que desde la familia haya una buena educación sexual: que se hable de ello abiertamente, que no se rehúyan las preguntas, y que se hable tan pronto como el niño lo pida. Hablar de ello es importante: pero hay que hacerlo con naturalidad. De igual manera que no hay que esconderse en el armario o ponerse rojo como un tomate cuando el niño pregunta: “¿qué es hacer un francés?” Igual de importante es no hacer pasar vergüenza al adolescente con la típica charla madre-padre-hijo a los 20 años que el adolescente ya no tiene ganas de escuchar. Hace 10 años que necesitaba saber. Pero a sus 20 retacos seguramente ya podrá contarte cosas a ti.

Es necesario que el sexo sea un tema más: no quitar una escena erótica de la televisión cuando sucede, hablar de sexo sin cortarsetiendachueca, de la relación entre sexualidad y emociones. Cuando sea preciso y cuando el momento se preste. ¿Y por qué no? Podemos dar un paso más: se puede entrar a una tienda erótica igual que se fisgonea en una tienda de ropa o de coches.
Las tiendas de juguetes eróticos, y entre ellos las de amantis, cada día lo ponen más fácil: ya no son lo que eran. Dónde hubo un tugurio lúgubre atendido por un señor maquiavélico hoy hay una tienda luminosa, simpática y atendida indistintamente por hombres y mujeres. Ya son así muchos: en EUA es conocido Babeland, por ser una tienda llena de colores, con música divertida dentro y hasta con cambiador de bebés para que las parejas jóvenes puedan acercarse; o en España tenemos amantis: dos tiendas céntricas en Madrid, coloridas y atendidas por gente joven, experta y cool. ¿Aún no nos ha visitado? ¡Ven a vernos! Seguro que, padres e hijos, encontráis de qué hablar.