El BDSM es un término que se utiliza para abarcar un grupo de prácticas
cuyas siglas significan: Bondage (técnica que permite inmovilizar a una
persona utilizando distintos artilugios), Dominación, Sumisión,
Sadismo
y Masoquismo.


Cada vez somos más las personas que disfrutamos del placer con este
tipo de prácticas relacionadas con la sumisión y la dominación de
forma sensata, segura y consensuada. Un azote, una venda en los
ojos, unas esposas en las muñecas pueden aportar un plus de erotismo
y diversión a la relación.

¿Cómo iniciarte en el BDSM?


Si quieres iniciarte en el BDSM con tu pareja, deberéis marcar
previamente unos límites, estableciendo unas normas de conducta e
indicando qué tipo de prácticas están permitidas y cuáles no. Podéis
poner tantas normas como os apetezca y proponer los castigos que más
os exciten.


Antes de empezar también deberéis tener claro cuál es vuestra palabra
de seguridad, un código pactado que utiliza la persona sumisa para
comunicar a la dominante que algo no va bien y quiere detener el juego.
Puede ser una palabra de rápida dicción como “STOP” o un chasquido
de dedos en el caso de estar amordazadx.


Te recomendamos que empecéis usando materiales más suaves que no
os hagan daño, como las cintas, y que la persona sumisa se coloque un
antifaz. ¡Ya verás cómo se agudizan sus sentidos! Es muy excitante no
saber dónde te caerá el próximo beso, hacía donde se dirigirá su lengua,
que intensidad traerá la siguiente caricia… Privar a tu pareja de uno de
los sentidos más importantes, la vista, hará que potencie todos los
demás hasta límites infinitos.


Y cuando estéis preparados, podréis pasar a técnicas más avanzadas y
excitantes como las fustas (de cuero, con brillantes, con plumas) y los
látigos, para azotar y ser azotadxs.


Otras herramientas muy populares entre los amantes del BDSM son las
esposas y las cuerdas, ideales para inmovilizar. Es una práctica que
puede resultar muy placentera
y que os permitirá explorar vuestros
límites.


Y para lxs más fetichistas, os recomendamos los arneses, básicos en
vuestras prácticas de dominancia y sumisión e ideal para vuestras fiestas
sexuales. Además, ¡se adaptan a múltiples posiciones y cuerpos!

El BDSM ama tu cuerpo

El BDSM también os permitirá descubrir un mundo de nuevas
posibilidades
. Pensad que todo se puede atar, pegar, pisotear,
asfixiar, maltratar, besar y acariciar… Pero hay algunas partes del
cuerpo que tienen más éxito a la hora de llevar a cabo estas prácticas
eróticas
.

Los pechos y, sobre todo, los pezones, son grandes zonas erógenas.
Con las pinzas descubriréis nuevas formas de erotizar y estimular, a la
vez que atravesáis la delgada línea que separa el placer del dolor.
¡Recordad no utilizarlas durante periodos prolongados, sobre todo si
lo hacéis en su presión máxima! Tras 25 minutos de uso, deberíais
quitarlas para dejar correr de nuevo el flujo sanguíneo. Y un apunte final:
aunque el uso normal de las pinzas son los pezones, también se pueden
usar en otras zonas: lengua, labios vaginales, clítoris, pene, escroto…
¡Os va a encantar experimentar con ellas!

¿Y qué me decís de martirizar al pajarito? Latigazos, opresión, pisotón
con zapatos de punta metálica… Si algunos se excitan viendo al canario
sufrir, otros disfrutan practicando el ‘facesitting’, que consiste en
sentarse en la cara de otra persona y oprimirla con sus genitales. Se
suele utilizar como método de control de la asfixia, aunque también está
considerada como una variante del cunnilingus y del analingus.


En resumen, el BDSM implica obtener placer a través del dolor y del
control
. ¿Estáis preparados para ponerlo en práctica? ¡Venga, ha
llegado la hora de dominar y someterse!